1 Algunos de los jefes de Israel vinieron a verme. Cuando llegaron, se sentaron frente a mí.
2 Entonces Dios me dijo:
3 «Dime, Ezequiel, ¿cómo voy a darles un mensaje a estos hombres, si no piensan más que en hacer lo malo y en adorar a esos ídolos malolientes?
4 Más bien, ve a decirles de mi parte lo siguiente:“El Dios de Israel dice que ustedes no piensan más que en hacer lo malo y en adorar a esos ídolos malolientes, ¡y también van a ver al profeta para consultarme por medio de él! Pero como respuesta recibirán el castigo que se merecen, por adorar a tantos ídolos.
5 Quizás así se arrepientan de haberme abandonado por adorar a esos ídolos”.
6 »A los israelitas les dirás de mi parte:“Dejen ya de hacer lo malo, abandonen a sus ídolos y vuelvan a obedecerme.
7 Mi respuesta a todos los israelitas, y a los extranjeros que viven en Israel, es la siguiente: Ustedes les preguntan a los profetas por mis mensajes, pero se han alejado de mí para adorar a esos ídolos malolientes, y no piensan más que en hacer lo malo. Por eso, quiero que sepan