1 Dios también me dijo:
2 «Ezequiel, dales a los gobernantes de los israelitas el siguiente mensaje de mi parte:“¡Ay de ustedes, malos gobernantes! Ustedes debieran cuidar a los israelitas, como cuidan los pastores a sus ovejas, ¡pero sólo se cuidan a sí mismos!
3 En vez de cuidar a las ovejas, se beben la leche, se hacen vestidos con la lana, y hasta matan a las ovejas más gordas.
4 No apoyan a las ovejas débiles ni curan a las ovejas enfermas, ni les ponen vendas a las ovejas heridas. Tampoco van tras las ovejas que se pierden ni tras las que se apartan del camino. Al contrario, las golpean y las maltratan.
5-6 ”Mi pueblo es como un rebaño de ovejas. Andan por los cerros como ovejas sin pastor. Corren grave peligro, pero a nadie le importa.
7 ”¡Escúchenme ahora, gobernantes! ¡Préstenme atención!
8 Ustedes debían cuidar de mi pueblo, como los pastores cuidan de sus ovejas, ¡pero sólo se cuidan a sí mismos! Por eso mi pueblo ha sufrido a manos de ladrones y de gente cruel. Les juro que así es.