2 Allí Abraham presentó a Sara como su hermana, y no como su esposa. Por eso Abimélec, que era rey de Guerar, mandó a traer a Sara para que fuera una de sus esposas.
3 Una noche, Dios se le apareció en un sueño a Abimélec, y le dijo:—Vas a morir, pues has tomado por esposa a la mujer de otro hombre.
4 Pero Abimélec ni siquiera se había acercado a ella, así que respondió:—Dios mío, ¿cómo vas a destruir a un pueblo inocente?
5 Abraham me dijo que Sara era su hermana, y ella no lo negó. En este asunto me siento tranquilo, pues no he hecho nada malo.
6 En ese mismo sueño Dios le dijo:—Ya sé que no has hecho nada malo, pues yo no te dejé que la tocaras ni que pecaras contra mí.
7 Pero ahora devuélvele su esposa a ese hombre. Él es profeta, y va a orar por ti para que vivas. Si no se la devuelves, te aseguro que tú y los tuyos morirán.
8 Al día siguiente, muy temprano, Abimélec mandó que todos sus asistentes se presentaran ante él. En cuanto Abimélec les contó lo sucedido, ellos sintieron mucho miedo.