27 »Nuestro padre nos dijo: “Ustedes bien saben que mi esposa Raquel me dio dos hijos.
28 Uno de ellos se marchó, y jamás he vuelto a verlo. Me imagino que alguna fiera se lo habrá comido.
29 Si también me quitan a este hijo mío, y algo malo llega a pasarle, viviré triste por el resto de mis días”.
30-31 »Como puede ver usted, si yo regreso a la casa de mi padre sin mi hermano, seguramente mi padre morirá. Tan apegado está a este muchacho que su vida depende de que él viva. Así que, si nuestro padre se muere de tristeza, nosotros tendremos la culpa.
32 Yo mismo me hice responsable ante mi padre de que a su hijo nada le pasaría. Hasta le dije: “Padre mío, si no te devuelvo a tu hijo, toda mi vida cargaré ante ti con esa culpa”.
33 »Yo le ruego a usted que me acepte como su esclavo, y que le permita al muchacho volver con sus hermanos. Yo me quedaré en su lugar.
34 ¿Cómo podría yo volver a la casa de mi padre, si mi hermano no vuelve conmigo? ¡No, yo no podría ver la desgracia que caería sobre mi padre!