1-3 Yo soy el profeta Jeremías hijo de Hilcías. Soy del pueblo de Anatot, y vengo de una familia de sacerdotes. Anatot está en el territorio de la tribu de Benjamín. Dios me dio el siguiente mensaje, cuando Josías hijo de Amón llevaba trece años como rey de Judá. También me dio otros mensajes durante los reinados de Joacín y de Sedequías, hijos del rey Josías. Sedequías reinó durante once años y cinco meses, pero dejó de ser rey cuando los babilonios lo derrotaron y se llevaron prisioneros a los que vivían en Jerusalén.
4 Dios me dijo:
5 «Yo te elegí antes de que nacieras;te aparté para que hablaras en mi nombrea todas las naciones del mundo».
6 Le contesté:—Dios todopoderoso, yo no sé hablar en público, y todavía soy muy joven.
7-9 Pero Dios me tocó los labios y me dijo:—No digas que eres muy joven. A partir de este momento tú hablarás por mí. Irás a donde yo te mande, y dirás todo lo que yo te diga. No tengas miedo, que yo estaré a tu lado para cuidarte.
10 Desde hoy tendrás poder sobre reinos y naciones, para destruir o derribar, pero también para levantar y reconstruir.
11-13 Luego Dios me hizo dos preguntas:—Jeremías, dime, ¿qué ves?Yo le respondí:—Veo la rama de un almendro. Sus frutos son los primeros en madurar.Entonces me dijo:—Tienes razón. Yo soy el primero en hacer cumplir mis palabras. Pero, ¿qué más ves?Le respondí:—Veo en el norte una olla hirviendo, que está por volcarse hacia el sur.