4 También traeré de vuelta a Joaquín hijo de Joacín, que era rey de Judá, y a todos los habitantes de Judá que fueron llevados como esclavos a Babilonia. Yo soy el Dios de Israel, y les juro que voy a acabar con el poder del rey de Babilonia”.
5 Yo le contesté, también en presencia de los sacerdotes y de todos los que allí estaban:
6 —¡Qué bien, Hananías! ¡Quiera Dios hacer todo eso que ahora nos anuncias! Sería muy bueno que los babilonios devolvieran los utensilios del templo de Dios, y que volvieran acá todos los que fueron llevados prisioneros a Babilonia.
7 Pero antes escucha esto, y también ustedes, los que están aquí presentes:
8 Los profetas que vivieron antes que nosotros anunciaron que habría guerra, hambre y enfermedades en muchas naciones y en grandes reinos.
9 Pero cuando un profeta habla de paz, sabremos que habla de parte de Dios sólo si se cumplen sus palabras.
10 Entonces el profeta Hananías tomó el yugo que llevaba yo en el cuello, el cual representaba el poder de Babilonia, y lo hizo pedazos.