1 Cierto día, un hombre llamado Jonás hijo de Amitai recibió un mensaje de parte de Dios:
2 «¡Levántate, ve a la gran ciudad de Nínive y diles que ya he visto lo malvados que son!»
3 Pero en vez de ir a Nínive, Jonás decidió irse lo más lejos posible, a un lugar donde Dios no pudiera encontrarlo. Llegó al puerto de Jope y encontró un barco que estaba a punto de salir. Pagó su pasaje y se embarcó, contento de irse lo más lejos posible de Dios.
4 Cuando ya estaban en alta mar, Dios mandó un viento muy fuerte que pronto se convirtió en una terrible tempestad. El barco estaba a punto de romperse en pedazos.
5 Cada uno de los marineros, temblando de miedo, llamaba a gritos a su dios. Ya desesperados, arrojaron al mar toda la carga del barco para quitarle peso. Mientras tanto, Jonás dormía plácidamente en la bodega del barco.
6 El capitán se le acercó y le dijo:—¡Qué haces aquí, dormilón! ¡Levántate y pide ayuda a tu dios! ¡Tal vez nos salve al ver que estamos en peligro!
7 Al mismo tiempo, los marineros decían:—Echemos suertes para saber quién tiene la culpa de nuestra desgracia.Echaron suertes, y Jonás resultó culpable.