25 y Josué les dijo: «¡Anímense! ¡Sean fuertes y no tengan miedo! Tengan confianza, porque esto es lo que Dios va a hacer con todos los enemigos de ustedes».
26 Luego Josué mató a los cinco reyes, hizo que colgaran a cada uno de un árbol, y mandó que los dejaran allí hasta el anochecer.
27 Cuando el sol se puso, Josué mandó que bajaran los cuerpos y los echaran en la cueva donde habían estado escondidos. Luego se tapó la entrada con grandes piedras, que todavía están allí.
28 Ese día Josué conquistó la ciudad de Maquedá y ordenó que mataran al rey y a todos los habitantes. Al rey de Maquedá le hizo lo mismo que al rey de Jericó. No se salvó ninguno.
29 De Maquedá, Josué y su ejército se fueron a Libná y la atacaron.
30 Dios también les concedió a los israelitas la victoria sobre esta ciudad y sobre su rey, y mataron a todos sus habitantes. Josué mató al rey de Libná, como lo había hecho con el rey de Jericó. No se salvó ninguno.
31 Luego Josué se fue a la ciudad de Laquis, y con su ejército la rodeó y la atacó.