19 Toda la plata, y el oro, el bronce y el hierro serán dedicados a Dios, y deben ponerse con sus tesoros».
20 Cuando los sacerdotes tocaron sus trompetas, los soldados gritaron con todas sus fuerzas y los muros se derrumbaron. Entonces todo el ejército entró en la ciudad, y cada soldado la atacó hasta conquistarla.
21 Con sus espadas mataron a todos los hombres, mujeres, niños y ancianos. Lo mismo hicieron con los bueyes, ovejas y asnos.
22 Josué les había dicho a los dos espías: «Vayan a la casa de Rahab y pónganla a salvo, junto con toda su familia, tal como se lo prometieron».
23 Los dos espías fueron a buscar a Rahab y a todos sus familiares, y los llevaron a un lugar seguro cerca del campamento de los israelitas.
24 Mientras tanto, los soldados incendiaron la ciudad y quemaron todo, pero se llevaron la plata, el oro y las vasijas de bronce y de hierro, y todo esto lo pusieron junto con los tesoros de Dios.
25 Los únicos que se salvaron fueron Rahab y todos los de su casa. Josué la salvó porque ella escondió a los dos espías que él había enviado a Jericó. Hasta el día de hoy hay descendientes de Rahab que viven en Israel.