5 »Y tú, Aquior, no me volverás a ver hasta que haya castigado a ese pueblo que escapó de Egipto. Tus propias palabras te condenan. ¡No eres más que un soldado amonita que se vende al que mejor le paga!
6-8 Cuando yo regrese de la batalla, recibirás el castigo que te mereces. Mis soldados y mis ayudantes te clavarán sus lanzas, y te partirán con sus espadas. Por ahora te dejaré con vida, pero mis ayudantes te llevarán a la montaña y te dejarán en una de esas ciudades. Allí sufrirás la muerte junto con los israelitas.
9 »Todo cuanto te he dicho, se cumplirá. Y si de veras crees que ese pueblo es invencible, no tienes por qué poner esa cara de preocupación».
10 Tan pronto terminó de hablar, Holofernes ordenó a sus guardias que apresaran al jefe Aquior, y que lo entregaran a los israelitas que vivían en la ciudad de Betulia.
11 Los guardias lo tomaron prisionero y lo sacaron del campamento. Caminaron por el valle y luego subieron a la montaña, hasta llegar a las fuentes de agua que hay en la parte baja de Betulia.
12 Cuando los hombres de Betulia vieron a los soldados de Holofernes, tomaron sus armas y subieron a la parte más alta de la montaña. Los soldados hábiles en el uso de la honda comenzaron a arrojarles piedras para no dejarlos subir.
13 Entonces los hombres de Holofernes bajaron de la montaña, y allí dejaron atado a Aquior. Luego regresaron a donde estaba su comandante.