8 Además, Judit siempre obedecía las leyes de Dios, por lo que nadie podía acusarla de nada malo.
9 Judit se enteró de que el pueblo se había quejado ante Ozías por la falta de agua. También se dio cuenta de que Ozías había prometido entregar la ciudad a los asirios, si en un plazo de cinco días Dios no salvaba a la ciudad.
10 Entonces Judit envió a su empleada de confianza para que llamara a Cabris y a Carmis, que eran dos de los jefes de la ciudad.
11 Cuando ellos se presentaron, Judit les dijo:—¡Jefes de la ciudad de Betulia, escuchen bien lo que les voy a decir! Ustedes hicieron muy mal al prometer que entregarían la ciudad a nuestros enemigos, si Dios no nos ayuda en cinco días.
12 ¿Con qué derecho le exigen eso a Dios? ¿Acaso pretenden hacerse pasar por Dios delante de la gente?
13 Ustedes que no saben nada, ¿cómo se atreven a darle órdenes al Dios todopoderoso?
14 Si ni siquiera conocen los pensamientos de la gente, ¿cómo van a conocer las intenciones del Dios que creó todo lo que existe?»¡Compatriotas, por ningún motivo hagan enojar a Dios!