10-11 Un día, el hijo de una israelita y un egipcio se peleó con otro israelita. La madre israelita se llamaba Selomit, y era hija de Dibrí, de la tribu de Dan. En la pelea, el hijo de Selomit ofendió a Dios. Entonces lo llevaron ante Moisés,
12 y lo pusieron bajo vigilancia hasta que Dios les dijera lo que debían hacer con él.
13 Y Dios le dijo a Moisés:
14 «Como este hombre me ofendió, debes sacarlo del campamento. Todos los que oyeron cómo me ofendió deberán poner las manos sobre su cabeza y matarlo a pedradas.
15-16 Luego les dirás a los israelitas: “Cualquiera que ofenda a Dios, será condenado a muerte. Sea o no israelita, toda la comunidad deberá matarlo a pedradas”.
17-21 »El que mate a otra persona lo pagará con su vida.»El que mate un animal lo pagará con otro animal.»El que lastime a su prójimo, sufrirá en carne propia el daño que haya causado: ojo por ojo, diente por diente, fractura por fractura.
22 »Esta misma ley vale para todos, sean israelitas o extranjeros. Yo soy el Dios de Israel».