20 Una o dos veces, algunos comerciantes y vendedores pasaron la noche fuera de Jerusalén.
21 Yo discutí con ellos y les advertí que, si volvían a pasar la noche junto al muro, los sacaría de allí por la fuerza. Desde entonces no volvieron a presentarse en día sábado.
22 Luego ordené a los ayudantes de los sacerdotes que se purificaran, y fueran a vigilar las entradas para que se respetara el día sábado. Entonces le dije a Dios: «¡Dios mío, tampoco olvides esto que he hecho! Ya que eres tan bueno, ¡ten compasión de mí!»
23 En ese tiempo vi también que algunos judíos se habían casado con mujeres de países como Asdod, Amón y Moab.
24 La mitad de sus hijos hablaban el idioma de Asdod y de otros países, pero no conocían el idioma de los judíos.
25 Discutí con esos hombres y los maldije. A algunos les di de golpes, les arranqué el cabello y los obligué a prometer, en nombre de Dios, que ni ellos ni sus hijos o hijas se casarían con extranjeros.
26 Además, les recordé:«Ustedes han cometido el mismo pecado que cometió Salomón. Entre muchas naciones no hubo un rey como él. Dios lo amó y lo puso como rey sobre Israel, pero fueron sus esposas extranjeras las que lo hicieron pecar.