7 y que has ordenado a algunos profetas que anuncien en Jerusalén que ya eres el rey. Sin duda, Artajerjes se va a enterar de esto. Será mejor que nos reunamos contigo para planear qué haremos».
8 Entonces yo le envié esta respuesta: «Nada de lo que dices es verdad. Es un invento tuyo».
9 Y es que ellos querían asustarnos, pensando que así dejaríamos de trabajar, pero yo le pedí a Dios que me ayudara a seguir trabajando con más fuerza aún.
10 Después me fui a ver a Semaías hijo de Delaías, y nieto de Mehetabel, que se había encerrado en su casa, y él me dijo:—Vamos al templo de Dios. Allí nos refugiaremos y cerraremos bien las puertas, porque esta noche han planeado matarte.
11 Pero yo le respondí:—No pienses que soy un cobarde. ¿Crees que me refugiaría en el templo de Dios para salvar mi vida? ¡No! No lo haré.
12 Me di cuenta de que Semaías decía eso porque Sambalat y Tobías le habían pagado para hacerlo, y que no hablaba de parte de Dios.
13 Querían asustarme para hacerme pecar, y así acusarme de ser una mala persona.