12 Cuando Sara y Tobit oraron, yo llevé sus oraciones ante la presencia del Dios todopoderoso. Le conté a Dios que tú, Tobit, no soportabas ver los cadáveres de tus compatriotas tirados en la calle, sino que los levantabas y los enterrabas.
13 Por eso, el día que no dudaste en levantarte de la mesa y dejar tu comida para enterrar a un muerto, Dios me envió para averiguar si tú realmente le eras fiel.
14 Entonces Dios me envió a sanarte, y también me envió a sanar a tu nuera.
15 »Mi verdadero nombre es Rafael, y soy uno de los siete ángeles que sirven al Dios todopoderoso y siempre están en su presencia.
16 Al oír esto, Tobías y Tobit comenzaron a temblar y se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente.
17 Pero el ángel les dijo:—¡Tranquilos! ¡No tengan miedo! Al contrario, alaben a Dios en todo momento.
18 Yo no vine por mi propia cuenta; fue Dios quien me envió. Por eso, alábenlo siempre y canten himnos en su honor.