4 Enseguida me levanté de la mesa y, sin probar alimento, fui a la plaza. Tomé el cadáver y lo puse en un cuarto para enterrarlo en cuanto anocheciera.
5 Luego regresé a mi casa, y como había tocado un muerto me lavé muy bien, y luego me senté a comer. Pero me sentí tan triste
6 que recordé las palabras del profeta Amós contra la ciudad de Betel: «Convertiré sus fiestas en velorios, y sus canciones en tristes lamentos». Y me puse a llorar.
7 Al caer la noche, hice una fosa y enterré al muerto.
8 Mientras lo hacía, mis vecinos se burlaban de mí diciendo:«Este Tobías no aprende. Hace poco lo iban a matar por enterrar muertos, y logró escapar. Ahora está haciendo lo mismo, ¿será que no tiene miedo?»
9 Aquella noche hacía mucho calor. Así que me bañé y fui a acostarme en el patio, junto al muro, pero no me cubrí la cabeza.
10 No me di cuenta que arriba en el muro había unos pájaros, y su excremento caliente cayó sobre mis ojos. Casi me quedé ciego, pues todo lo veía borroso. Fui a ver a varios médicos para que me curaran, pero mientras más medicinas me daban, más perdía la vista, hasta que me quedé ciego.Pasé cuatro años sin ver nada, y mis parientes se preocuparon mucho. Mi sobrino Ajicar me cuidó durante dos años, hasta que tuvo que irse a la provincia de Elimaida.