1 Ese día me acordé de las bolsas de plata que había dejado en casa de Gabael, en la ciudad de Ragues del país de Media.
2 Y pensé: «Le he pedido a Dios que me permita morir; así que lo mejor es que le hable a mi hijo Tobías acerca de esa plata».
3 Entonces llamé a Tobías y le di estos consejos:«Cuando yo muera, hazme un entierro como se merece cualquier ser humano. Respeta siempre a tu madre y nunca la abandones; cumple sus deseos y no la hagas enojar con tu conducta.
4 Hijo mío, recuerda que ella pasó por muchos peligros cuando estaba embarazada y esperaba que nacieras. Cuando ella muera, entiérrala en la misma tumba, junto a mí.