8 y el ángel le ordenó: «Ponte el cinturón y ajústate las sandalias.»Pedro obedeció. Luego el ángel le dijo: «Cúbrete con tu manto, y sígueme.»
9 Pedro siguió al ángel, sin saber si todo eso realmente estaba sucediendo, o si era sólo un sueño.
10 Pasaron frente a los soldados y, cuando llegaron a la salida principal, el gran portón de hierro se abrió solo. Caminaron juntos por una calle y, de pronto, el ángel desapareció.
11 Pedro entendió entonces lo que le había pasado, y dijo: «Esto es verdad. Dios envió a un ángel para librarme de todo lo malo que Herodes Agripa y los judíos querían hacerme.»
12 Enseguida Pedro se fue a la casa de María, la madre de Juan Marcos, pues muchos de los seguidores de Jesús estaban orando allí.
13 Pedro llegó a la entrada de la casa y llamó a la puerta. Una sirvienta llamada Rode salió a ver quién llamaba.
14 Al reconocer la voz de Pedro, fue tanta su alegría que, en vez de abrir la puerta, se fue corriendo a avisarles a los demás.