30 Toda la gente de la ciudad se alborotó, y pronto se reunió una gran multitud. Agarraron a Pablo, lo sacaron del templo, y de inmediato cerraron las puertas.
31 Cuando estaban a punto de matar a Pablo, el jefe del batallón de soldados romanos se enteró que la gente estaba alborotada.
32 Tomó entonces a un grupo de soldados y oficiales, y fue al lugar.Cuando la gente vio llegar al jefe y a sus soldados, dejó de golpear a Pablo.
33 El jefe arrestó a Pablo y ordenó que le pusieran dos cadenas. Luego le preguntó a la gente: «¿Quién es este hombre, y qué ha hecho?»
34 Pero unos gritaban una cosa, y otros otra. Y era tanto el escándalo que hacían, que el comandante no pudo averiguar lo que pasaba. Entonces les ordenó a los soldados: «¡Llévense al prisionero al cuartel!»
35 Cuando llegaron a las gradas del cuartel, los soldados tuvieron que llevar alzado a Pablo,
36 pues la gente estaba furiosa y gritaba: «¡Que muera!»