28 Los jefes judíos lo insultaron y le dijeron:—Seguidor de ese hombre lo serás tú. Nosotros somos seguidores de Moisés.
29 Y sabemos que Dios le habló a Moisés; pero de ese Jesús no sabemos nada.
30 El joven les respondió:—¡Qué extraño! Ustedes no saben de dónde viene y, sin embargo, a mí me ha sanado.
31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí escucha a los que lo adoran y lo obedecen.
32 Nunca he sabido que alguien le haya dado la vista a uno que nació ciego.
33 Si este hombre no fuera enviado por Dios, no podría hacer nada.
34 Entonces le contestaron:—Ahora resulta que tú, siendo pecador desde que naciste, nos vas a enseñar. ¡Ya no te queremos en nuestra sinagoga!