30 sin duda recibirá aquí mucho más de lo que dejó. Además, cuando muera, vivirá con Dios para siempre.
31 Jesús se reunió a solas con los doce discípulos y les dijo: «Ahora iniciamos nuestro viaje hacia Jerusalén. Allí pasará todo lo que anunciaron los profetas acerca de mí, el Hijo del hombre.
32 Porque en Jerusalén unos hombres me entregarán a las autoridades de Roma. Los romanos se burlarán de mí, me insultarán y me escupirán en la cara.
33 Luego me golpearán y me matarán, pero después de tres días, resucitaré.»
34 Los discípulos no entendieron de qué hablaba Jesús. Era algo que ellos no podían comprender.
35 Jesús iba llegando a la ciudad de Jericó. Junto al camino estaba un ciego pidiendo limosna.
36 Cuando el ciego oyó el ruido de la gente que pasaba, preguntó:—¿Qué sucede?