6 Hicieron lo que Jesús les dijo, y fueron tantos los pescados que recogieron, que las redes estaban a punto de romperse.
7 Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca, para que fueran enseguida a ayudarlos. Eran tantos los pescados que, entre todos, llenaron las dos barcas. Y las barcas estaban a punto de hundirse.
8 Al ver esto, Pedro se arrodilló delante de Jesús y le dijo:—¡Señor, apártate de mí, porque soy un pecador!
9-10 Santiago y Juan, que eran hijos de Zebedeo, Pedro y todos los demás, estaban muy asombrados por la pesca tan abundante. Pero Jesús le dijo a Pedro:—No tengas miedo. De hoy en adelante, en lugar de pescar peces, voy a enseñarte a ganar seguidores para mí.
11 Los pescadores llevaron las barcas a la orilla, dejaron todo lo que llevaban, y se fueron con Jesús.
12 Un día, Jesús estaba en un pueblo. De pronto llegó un hombre que estaba enfermo de lepra, se inclinó delante de Jesús hasta tocar el suelo con la frente, y le suplicó:—Señor, yo sé que tú puedes sanarme. ¿Quieres hacerlo?
13 Jesús extendió la mano, tocó al enfermo y le dijo:—¡Sí quiero! ¡Queda sano!De inmediato, el hombre quedó completamente sano.