10 Si alguno es rico, debe sentirse feliz cuando Dios lo humille, pues las riquezas duran muy poco; son como las flores del campo.
11 Cuando hace mucho calor, las plantas se secan; entonces sus flores se marchitan y pierden su belleza. Lo mismo pasa con el rico: ni él ni sus riquezas durarán.
12 Al que soporta las dificultades, Dios lo bendice y, cuando las supera, le da el premio y el honor más grande que puede recibir: la vida eterna, que ha prometido a quienes lo aman.
13 Cuando ustedes sean tentados a hacer lo malo, no le echen la culpa a Dios, porque él no puede ser tentado, ni tienta a nadie a hacer lo malo.
14 Al contrario, cuando somos tentados, son nuestros propios deseos los que nos arrastran y dominan.
15 Los malos deseos nos llevan a pecar; y cuando vivimos sólo para hacer lo malo, lo único que nos espera es la muerte eterna.
16 Mis queridos hermanos, no sean tontos ni se engañen a ustedes mismos.