6 Las palabras que decimos con nuestra lengua son como el fuego. Nuestra lengua tiene mucho poder para hacer el mal. Puede echar a perder toda nuestra vida, y hacer que nos quememos en el infierno.
7 Podemos dominar toda clase de animales salvajes, de aves, serpientes y animales del mar,
8 pero no hemos podido controlar nuestra lengua ni evitar decir palabras que dañen. La lengua parece un animal salvaje, que nadie puede dominar y que está lleno de veneno mortal.
9-10 Con nuestra lengua podemos bendecir o maldecir. Con ella alabamos a nuestro Dios y Padre, y también insultamos a nuestros semejantes, que Dios hizo parecidos a él mismo. Hermanos, ¡esto no debe ser así!
11 De un mismo pozo no puede salir agua dulce y agua amarga o salada.
12 Tampoco da higos un árbol de aceitunas, ni da uvas un árbol de higos.
13 Si alguno de ustedes es sabio y entendido, demuéstrelo haciendo el bien y portándose con humildad.