11 Por eso Dios le dijo:«Te has comportado mal y no has obedecido mis órdenes. Por eso voy a quitarte el reino y se lo daré a uno de tus oficiales.
12-13 Sin embargo, no lo haré ahora, sino cuando tu hijo sea el rey. No le quitaré todo el reino; lo dejaré reinar sobre una tribu, por amor a tu padre David y a la ciudad de Jerusalén que yo he elegido».
14-16 Hadad, que era descendiente de los reyes de Edom, luchó en contra de Salomón, pues así lo permitió Dios. Resulta que años atrás, cuando David había vencido a Edom, Joab, que era el general del ejército, fue a enterrar a los que habían muerto en la batalla. Joab se quedó allí durante seis meses, hasta que logró matar a todos los hombres de Edom.
17-18 En aquel tiempo, Hadad era sólo un niño, y logró escapar junto con algunos edomitas que ayudaban a su padre. Ellos lo sacaron de Madián y lo llevaron a Param, en donde se les unieron algunos hombres que los ayudaron a llegar a Egipto. Allí el rey les dio casa, tierras y comida.
19 Hadad se hizo amigo del rey de Egipto y éste le permitió casarse con su cuñada, la hermana de la reina Tahpenés.
20 Hadad y su esposa tuvieron un hijo al que llamaron Guenubat, el cual vivió en el palacio del rey de Egipto. La reina Tahpenés lo educó junto con sus propios hijos.
21 Pero cuando Hadad se enteró de que habían muerto David y el general Joab, le dijo al rey de Egipto:—Dame permiso para regresar a mi país.