21 Elías se acercó al pueblo y le preguntó:—¿Por cuánto tiempo van a estar cambiando de dios? Tienen que decidirse por el Dios de Israel o por Baal. Y si Baal es el verdadero dios, síganlo a él.El pueblo no contestó nada.
22 Entonces Elías agregó:—Yo soy el único profeta de Dios que ha quedado con vida, pero acá hay cuatrocientos cincuenta profetas de Baal.
23 Traigan dos toros, y que los profetas de Baal elijan uno. Que lo corten en pedazos, lo pongan sobre la leña y no prendan el fuego. Yo voy a preparar el otro toro, lo voy a poner sobre la leña y tampoco voy a prender el fuego.
24 Pídanle a Baal y yo le pediré al Dios de Israel, y el Dios que responda con fuego es el verdadero Dios.Todo el pueblo contestó:—¡Nos parece buena idea!
25 Entonces Elías le dijo a los profetas de Baal:—Elijan un toro para ustedes y prepárenlo primero, porque ustedes son muchos. Pídanle a su dios que mande fuego, pero no lo enciendan ustedes.
26 Entonces ellos tomaron el toro que les dieron, lo prepararon y oraron a su dios desde la mañana hasta el mediodía. Le decían: «¡Baal, contéstanos!» Los profetas de Baal saltaban alrededor del altar que habían construido. Pero no se escuchó ninguna voz ni nadie respondió nada.
27 Al mediodía, Elías se burlaba de ellos, y les decía: «¡Griten más fuerte! ¿No ven que él es dios? A lo mejor está pensando, o salió de viaje; quizás fue al baño. ¡Tal vez está dormido y tienen que despertarlo!»