18 »Dios mío, ni el cielo ni la tierra son suficientes para ti, mucho menos esta casa que te he construido.
19-21 Pero de todos modos te pido que escuches mi oración: Cuida de esta casa de día y de noche, pues tú mismo has dicho que vivirás en ella. Cuando estemos lejos de Jerusalén y oremos en dirección a tu templo, escucha desde el cielo nuestras oraciones, y perdónanos.
22 »Si alguien perjudica a otra persona, y delante del altar de este templo jura que no lo hizo,
23 escucha desde el cielo y castígalo. Examínanos, y castiga al que resulte culpable, pero deja libre al inocente.
24-25 »Si tu pueblo Israel llega a pecar contra ti, y en castigo sus enemigos se lo llevan prisionero, perdónalo y tráelo de nuevo a este país que tú les diste a sus antepasados. Perdónalos, siempre y cuando vengan a tu templo y se arrepientan de haberte ofendido.
26 »Si llegamos a pecar contra ti, y en castigo deja de llover por mucho tiempo, perdónanos, siempre y cuando oremos en este lugar y nos arrepintamos de haberte ofendido.
27 Escúchanos desde el cielo, y perdónanos. Enséñanos a vivir haciendo lo bueno, y mándanos de nuevo la lluvia que nos quitaste.