11 Un día, Eliseo llegó y se quedó a dormir en la habitación que le habían construido.
12-15 Luego le dijo a su sirviente Guehazí:—Esta señora se ha preocupado mucho por nosotros, pregúntale qué podemos hacer por ella. Pregúntale también si quiere que le hablemos bien de ella al rey o al jefe del ejército.Cuando el sirviente de Eliseo se lo preguntó, la mujer contestó:—No me falta nada; vivo tranquila entre mi gente.Cuando Eliseo le preguntó a su sirviente qué podían hacer por ella, Guehazí contestó:—Bueno, ella no tiene hijos y su marido es anciano.Entonces Eliseo le dijo:—Llámala.El sirviente la llamó, y cuando ella llegó, se quedó en la puerta.
16 Eliseo le dijo:—El próximo año, por estas fechas, llevarás en tus brazos un hijo tuyo.La mujer respondió:—Usted es un profeta de Dios y yo soy su servidora. Por favor, no me mienta.
17 Pero la mujer quedó embarazada y al año siguiente tuvo un hijo, tal como le había dicho Eliseo.
18 El niño creció, y un día fue a ver a su padre, que andaba en el campo con sus trabajadores.
19 El niño se quejó, y le gritó a su padre:—¡Ay! ¡Mi cabeza! ¡Me duele la cabeza!El padre le ordenó a un sirviente que llevara al niño a donde estaba su madre.
20 El sirviente lo levantó y se lo llevó a la madre. Ella lo sentó sobre sus rodillas hasta el mediodía, pero a esa hora murió.