21 La madre subió al niño a la habitación del profeta y lo puso sobre la cama. Después salió, cerró la puerta,
22 llamó a su esposo, y le dijo:—Préstame a uno de tus sirvientes, y también una burra. Necesito ir rápidamente a buscar al profeta; enseguida vuelvo.
23 El esposo le preguntó:—¿Por qué vas a ir a verlo? Hoy no es día de fiesta religiosa; tampoco es sábado ni hay luna nueva.La mujer respondió:—Yo sé lo que hago.
24 La mujer ordenó que prepararan la burra, y le dijo a su sirviente:—Apura al animal. Que no se detenga hasta que yo te diga.
25 La mujer partió y fue a ver al profeta, que estaba en el monte Carmelo. Cuando Eliseo la vio, le dijo a su sirviente: «Mira, allá a lo lejos viene la señora del pueblo de Sunem.
26 Corre a recibirla y pregúntale cómo están ella, su marido y su hijo».Cuando Guehazí se lo preguntó, la mujer respondió que estaban bien.
27 Pero cuando ella llegó a donde estaba Eliseo, se arrojó a sus pies. Guehazí entonces se acercó para apartarla, pero Eliseo le dijo:—¡Déjala! Ella está muy, pero muy triste, y Dios no me ha dicho qué sucede.