1 Tiempo después, Absalón andaba en un carro jalado por caballos; lo acompañaban cincuenta guardaespaldas.
2 Todos los días se levantaba muy temprano y se paraba a un lado del camino, a la entrada de la ciudad. Si alguien iba a ver al rey para arreglar sus problemas, Absalón lo llamaba y le preguntaba de dónde venía. En cuanto aquél le decía de qué tribu era,
3 Absalón le aseguraba:—Lo que pides es muy justo, pero el rey no tiene a nadie que atienda estos asuntos.
4 Si yo gobernara este país, los atendería y les haría justicia.