34 «Al cabo de los siete años, yo, Nabucodonosor, dejé de estar loco. Entonces levanté los ojos al cielo y le di gracias al Dios altísimo, que vive para siempre. Lo alabé y le dije:“Tu poder durará para siempre,y tu reino no tendrá fin.
35 Ante ti, nada podemos hacerlos que vivimos en la tierra.Tú haces lo que quierescon los ejércitos del cieloy con los habitantes del mundo.Nadie puede oponerse a ti,ni hacerte ningún reclamo”.
36 »Tan pronto como dije esto, sané de mi locura y recuperé la grandeza de mi reino. ¡Volví a ser el mismo de antes! Todos mis consejeros y jefes de mi reino vinieron a servirme, y llegué a ser más poderoso que antes.
37 Por eso alabo y adoro al Rey del cielo, pues todo lo que hace está bien hecho. Él es un Dios justo, que humilla a los que son orgullosos. Lo digo yo, el rey Nabucodonosor».