1 Los enemigos de los judíos se dieron cuenta de que éstos habían regresado del exilio en Babilonia y estaban reconstruyendo el templo de su Dios.
2 Así que fueron a ver a Zorobabel y a los jefes judíos, y les dijeron:—Déjennos ayudarlos a reconstruir el templo de Dios. Nosotros adoramos al mismo Dios que ustedes. Desde que el rey Esarhadón de Asiria nos trajo a vivir aquí, hemos estado presentando ofrendas a Dios.
3 Pero Zorobabel, Josué y los otros jefes judíos contestaron:—No podemos aceptar la ayuda de ustedes. Sólo nosotros podemos reconstruir el templo de nuestro Dios, porque así nos lo ordenó el rey Ciro de Persia.
4 Entonces la gente que vivía allí trataba de desanimar a los judíos y meterles miedo para que no reconstruyeran el templo.
5 Además, les pagaron a algunos asistentes del gobierno para que no los dejaran continuar con la reconstrucción. Esto sucedió durante los reinados de Ciro y de Darío, reyes de Persia.