13 Después el oficial asirio se puso de pie y gritó muy fuerte en hebreo:«Escuchen lo que dice el gran rey de Asiria:
14 “No se dejen engañar por Ezequías, porque él no puede salvarlos de mi poder.
15 Si les dice que confíen en Dios porque él los va a salvar,
16 no le crean. Hagan las paces conmigo y ríndanse. Entonces podrán comer las uvas de su propio viñedo, los higos de sus árboles y beber su propia agua.
17 Después los llevaré a un país parecido al de ustedes, donde hay trigo, viñedos, olivos y miel.
18-20 No escuchen a Ezequías, pues él los engaña al decirles que Dios los va a salvar. A otras naciones, sus dioses no pudieron salvarlas de mi poder. Ni los dioses de Hamat, Arpad y Sefarvaim, pudieron salvar a Samaria de mi poder; ¿cómo esperan que el Dios de ustedes pueda salvar a Jerusalén?”»
21 La gente se quedó callada, porque el rey les había ordenado no contestar.