5 Esa misma noche, unos hombres de la ciudad vinieron para atacarme y rodearon la casa donde estábamos hospedados. Pensaban matarme a mí, pero en vez de eso maltrataron a mi mujer hasta matarla.
6 Entonces yo corté su cuerpo en pedazos, y los mandé por todo el país, para que todos los israelitas se enteraran del terrible crimen que se había cometido.
7 Como israelitas que somos, tenemos que decidir lo que vamos a hacer.
8 Todos se pusieron de pie al mismo tiempo, y dijeron:—Nadie regresará a su casa o tienda de campaña,
9 sino que se hará un sorteo para ver quiénes irán a atacar a Guibeá.
10 De cada diez hombres apartaremos uno, y formaremos un grupo que se encargue de conseguir comida para el ejército. Los demás irán a castigar a Guibeá por este crimen tan vergonzoso que se ha cometido en Israel.
11 Todos los israelitas estuvieron de acuerdo en atacar la ciudad.