8 Seguían averiguando en todas las tribus israelitas para ver si algún grupo no había asistido a la reunión en Mispá. Recordaron que del campamento de Jabés de Galaad no había asistido nadie,
9 porque al pasar lista ninguno de ese grupo había respondido.
10-11 Así que todo el pueblo envió a doce mil de sus soldados más valientes con esta orden: «Vayan a Jabés y maten a todos los hombres, incluyendo a las mujeres casadas y a los niños, pero no maten a las solteras».
12 Y se encontró que entre los que vivían en Jabés había cuatrocientas jóvenes solteras, y las llevaron al campamento de Siló, que está en Canaán.
13 Después, todo el pueblo envió mensajeros a los de Benjamín que estaban en la gran piedra de Rimón, para invitarlos a hacer la paz.
14 Los de Benjamín volvieron, y los otros israelitas les dieron por esposas a las mujeres que habían traído de Jabés. Pero no hubo suficientes mujeres para todos.
15 Esto puso muy tristes a los israelitas, pues Dios había dejado un vacío en las tribus de Israel.