21-22 Ehud tomó con su mano izquierda la espada que llevaba del lado derecho, y con tanta fuerza se la clavó al rey en el vientre, que le vació los intestinos. Como Eglón era tan gordo, toda la espada quedó atorada en su gordura.
23 Después Ehud cerró con llave las puertas de la sala de verano, salió por una ventana
24 y se fue.Cuando los servidores del rey volvieron y encontraron las puertas cerradas con llave, pensaron que Eglón estaba haciendo sus necesidades.
25 Esperaron afuera un buen rato, pero como el rey no salía, comenzaron a preocuparse. Entonces abrieron las puertas, y encontraron a su rey tendido en el piso y sin vida.
26 Mientras los servidores habían estado esperando, Ehud se había escapado. Pasó por donde estaban las estatuas de los ídolos, y se refugió en Seirat.
27 Al llegar a las montañas de la tribu de Efraín, tocó la trompeta para reunir a los israelitas. Ellos bajaron de las montañas, con Ehud al frente,
28 y él les dijo: «¡Síganme! ¡Con la ayuda de Dios venceremos a los moabitas!»Los israelitas lo siguieron, y se apoderaron del paso del río Jordán que lleva a Moab, y no dejaron pasar a nadie.