7 Y después de pensarlo bien, reprendí a los jefes y a los gobernantes por tratar mal a sus propios compatriotas, y les mandé que se reunieran para hablar del asunto.
8 Entonces les dije:«Nosotros hemos estado haciendo todo lo posible por rescatar a nuestros compatriotas que fueron vendidos como esclavos a otras naciones. Ahora ustedes los están obligando a venderse de nuevo, y después nosotros tendremos que volver a rescatarlos».Ellos no supieron qué responder, así que se quedaron en silencio.
9 Entonces yo les dije:—Lo que ustedes están haciendo no está bien. Para evitar las burlas de nuestros enemigos ustedes tienen que demostrar que respetan a Dios.
10 Además, sepan que mis parientes, mis ayudantes y yo, hemos prestado dinero y trigo a estos compatriotas nuestros. Pero ahora vamos a decirles que no nos deben nada.
11 Ustedes deben devolverles hoy mismo sus campos, sus viñedos, sus olivares y sus casas. No los obliguen a pagar lo que deben, ya sea dinero, trigo, vino o aceite, ni los obliguen a pagar intereses.
12 Ellos respondieron:—Haremos lo que nos dices. Les devolveremos sus propiedades y no los obligaremos a pagar nada.Entonces llamé a los sacerdotes para que delante de ellos prometieran cumplir lo que habían dicho.
13 Además, me sacudí la ropa y dije:—Así sacuda Dios a todos los que no cumplan con esta promesa. Que Dios les quite sus casas, sus terrenos y todo lo que posean.Todos los que estaban reunidos allí dijeron: «¡Que así sea!», y alabaron a Dios. Y todos cumplieron lo que habían prometido.