10 »¡Los israelitas son gente buena!No hay quien pueda contarlos.¡Los israelitas son gente de paz!¡Ojalá llegue a ser como ellos!»
11 Al oír esto, Balac se quejó con Balaam:—¿Qué te pasa? ¡Te traje para que maldigas a mis enemigos, y has hecho todo lo contrario!Pero Balaam contestó:
12 —Yo sólo puedo decir lo que Dios me manda.
13 Entonces Balac le dijo:—Ven conmigo, te llevaré a otro lugar. Quizá te animes a maldecir a ese pueblo si sólo ves a un grupo pequeño.
14 Balac lo llevó al campo de Sofim, a la parte más alta del monte Pisgá. Allí construyó siete altares, y en cada uno de ellos sacrificó un toro y un carnero.
15 Luego Balaam le dijo a Balac: «Espérame aquí, junto a los altares, mientras yo voy a encontrarme con Dios».
16 Dios se le apareció a Balaam, y le dio este mensaje: «Regresa a donde está Balac, y repite el mensaje que te he dado».