5 Siempre he sido un fariseo. Si ellos quisieran, podrían asegurarlo, pues lo saben.»Los fariseos somos el grupo más exigente de nuestra religión.
6 Ahora me están juzgando aquí, sólo porque creo en la promesa que Dios les hizo a nuestros antepasados.
7 Nuestras doce tribus de Israel esperan que Dios cumpla esa promesa. Por eso aman y adoran a Dios día y noche. Gran rey Agripa, los judíos que me acusan no creen en esa promesa.
8 ¿Por qué ninguno de ustedes cree que Dios puede hacer que los muertos vuelvan a vivir?
9 »Antes, yo pensaba que debía hacer todo lo posible por destruir a los que creían en Jesús de Nazaret.
10 Eso hice en la ciudad de Jerusalén. Con el permiso de los sacerdotes principales, metí en la cárcel a muchos de los que creían en él. Cuando los mataban, yo estaba de acuerdo.
11 Muchas veces los castigué en las sinagogas, para que dejaran de creer en Jesús. Tanto los odiaba que hasta los perseguí en otras ciudades.