56 Entonces Esteban dijo: «Veo el cielo abierto. Y veo también a Jesús, el Hijo del hombre, de pie en el lugar de honor.»
57 Los de la Junta Suprema se taparon los oídos y gritaron. Luego todos juntos atacaron a Esteban,
58 lo arrastraron fuera de la ciudad, y empezaron a apedrearlo. Los que lo habían acusado falsamente se quitaron sus mantos, y los dejaron a los pies de un joven llamado Saulo.
59 Mientras le tiraban piedras, Esteban oraba así: «Señor Jesús, recíbeme en el cielo.»
60 Luego cayó de rodillas y gritó con todas sus fuerzas: «Señor, no los castigues por este pecado que cometen conmigo.»Y con estas palabras en sus labios, murió.