8 Pedro le dijo:—¡Nunca dejaré que me laves los pies!Jesús le contestó:—Si no te lavo los pies, ya no podrás ser mi seguidor.
9 Simón Pedro dijo:—¡Señor, entonces no me laves solamente los pies, sino lávame también las manos y la cabeza!
10 Jesús le dijo:—El que está recién bañado está totalmente limpio, y no necesita lavarse más que los pies. Y ustedes están limpios, aunque no todos.
11 Jesús ya sabía quién iba a traicionarlo; por eso dijo que no todos estaban limpios.
12 Después de lavarles los pies, Jesús se puso otra vez el manto y volvió a sentarse a la mesa. Les preguntó:«¿Entienden ustedes lo que acabo de hacer?
13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque soy Maestro y Señor.
14 Pues si yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.