32 Porque en Jerusalén unos hombres me entregarán a las autoridades de Roma. Los romanos se burlarán de mí, me insultarán y me escupirán en la cara.
33 Luego me golpearán y me matarán, pero después de tres días, resucitaré.»
34 Los discípulos no entendieron de qué hablaba Jesús. Era algo que ellos no podían comprender.
35 Jesús iba llegando a la ciudad de Jericó. Junto al camino estaba un ciego pidiendo limosna.
36 Cuando el ciego oyó el ruido de la gente que pasaba, preguntó:—¿Qué sucede?
37 La gente le explicó:—Ahí viene Jesús, el del pueblo de Nazaret.
38 Entonces el ciego se puso a gritar: «¡Jesús, tú que eres el Mesías, ten compasión de mí y ayúdame!»