32 Los dos discípulos fueron al pueblo y encontraron el burro, tal como Jesús les había dicho.
33 Cuando estaban desatándolo, los dueños preguntaron:—¿Por qué desatan el burro?
34 Ellos contestaron:—El Señor lo necesita.
35 Luego se llevaron el burro, pusieron sus mantos sobre él, y ayudaron a Jesús para que se montara.
36 Jesús se dirigió a Jerusalén, y muchas personas empezaron a extender sus mantos en el camino por donde él iba a pasar.
37 Cuando llegaron cerca del Monte de los Olivos y empezaron a bajar a Jerusalén, todos los seguidores de Jesús se alegraron mucho. Todos gritaban y alababan a Dios por los milagros que Jesús había hecho, y que ellos habían visto.
38 Decían:«¡Bendito el reyque viene en el nombre de Dios!¡Que haya paz en el cielo!¡Que todos reconozcanel poder de Dios!»