37 Al día siguiente, cuando Jesús y sus tres discípulos bajaron del cerro, mucha gente les salió al encuentro.
38 Un hombre que estaba entre esa gente se acercó y le dijo a Jesús:—Maestro, te ruego que ayudes a mi único hijo.
39 De repente un espíritu lo ataca, y lo hace gritar. También lo hace temblar terriblemente y echar espuma por la boca. Cuando por fin deja de atacarlo, el muchacho queda todo maltratado.
40 Le pedí a tus discípulos que sacaran al espíritu, pero no pudieron.
41 Jesús miró a sus seguidores y les dijo:—¿No pueden hacer nada sin mí? ¿Hasta cuándo voy a tener que soportarlos? Ustedes están confundidos y no confían en Dios.Entonces Jesús le dijo al hombre:—Trae a tu hijo.
42 Cuando el muchacho se estaba acercando, el demonio lo atacó, lo tiró al suelo y lo hizo temblar muy fuerte. Entonces Jesús reprendió al demonio, sanó al muchacho y se lo entregó a su padre.
43 Toda la gente estaba asombrada del gran poder de Dios.Mientras la gente seguía asombrada por todo lo que Jesús hacía, él les dijo a sus discípulos: