2 y después dijo a todo el pueblo de Israel: “Si os parece bien y el Señor nuestro Dios nos da la oportunidad, mandemos aviso a nuestros compatriotas que quedan todavía en las diversas regiones de Israel, y también a todos los sacerdotes y levitas que se hallan en sus ciudades y tierras de pastoreo, invitándolos a que se unan a nosotros,
3 para que nos traigamos el arca de nuestro Dios, pues desde los tiempos de Saúl la hemos tenido olvidada.”
4 Todo el pueblo estuvo de acuerdo en que se hiciera eso, pues a todos les pareció razonable la propuesta.
5 David reunió a todo Israel, desde Sihor en la frontera de Egipto hasta la entrada de Hamat, para traer de Quiriat-jearim el arca de Dios.
6 Luego, acompañado de todo Israel, subió a Quiriat-jearim, llamada también Baalá, que está en Judá, para trasladar de allí el arca de Dios, sobre la que se invoca el nombre del Señor, que tiene su trono sobre los querubines.
7 Pusieron el arca sobre una carreta nueva y se le llevaron de la casa de Abinadab. Uzá y Ahió iban guiando la carreta.
8 Mientras tanto, David y todo Israel iban delante de Dios cantando y bailando con todas sus fuerzas, al son de la música de arpas, salterios, panderos, platillos y trompetas.