3 Sin embargo, no se quitaron los santuarios paganos en los que el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemaba incienso.
4-5 Un día, Joás dijo a los sacerdotes:–Recoged todo el dinero de las ofrendas que se traigan al templo del Señor, tanto la cuota que debe pagar cada persona como el total de las ofrendas voluntarias que cada uno traiga al templo del Señor. Pedídselo a los administradores del tesoro, para que se hagan todas las reparaciones necesarias en el templo.
6 Pero llegó el año veintitrés del reinado de Joás y los sacerdotes aún no habían reparado el templo.
7 Entonces el rey Joás llamó al sacerdote Joiadá y a los demás sacerdotes, y les dijo:–¿Por qué no habéis reparado el templo? De ahora en adelante no recibiréis más dinero de los administradores del tesoro; y el que ya tenéis, lo entregaréis para la reparación del templo.
8 Los sacerdotes estuvieron de acuerdo en no recibir más dinero de la gente, y en no tener a su cargo la reparación del templo.
9 Entonces el sacerdote Joiadá tomó un arca, le hizo un agujero en la tapa y la colocó al lado derecho del altar, según se entra en el templo del Señor; y los sacerdotes que vigilaban la entrada del templo ponían allí todo el dinero que se llevaba al templo del Señor.
10 Cuando veían que en el arca había ya mucho dinero, llegaban el cronista del rey y el sumo sacerdote y contaban el dinero que encontraban en el templo del Señor; luego lo guardaban en unas bolsas,