13 Pero uno de sus oficiales dijo:–Enviemos unos hombres con cinco de los caballos que quedan, y veamos qué pasa. Si viven o si mueren, su situación no será mejor ni peor que la de los demás israelitas que quedamos aquí.
14 Así que tomaron dos carros con caballos, y el rey los mandó al campamento sirio con órdenes de inspeccionarlo.
15 Ellos siguieron el rastro de los sirios hasta el Jordán, y vieron que todo el camino estaba lleno de ropas y objetos que los sirios habían arrojado con las prisas por escapar. Luego regresaron los enviados del rey y le contaron lo que habían visto.
16 En seguida la gente salió y saqueó el campamento sirio. Y, conforme a lo anunciado por el Señor, la harina se vendió a razón de siete litros por una moneda de plata, y la cebada a razón de quince litros por una moneda de plata.
17 El rey ordenó a su ayudante personal que se encargara de cuidar la entrada de la ciudad, pero la gente lo atropelló en la puerta, y murió, conforme a lo que había dicho el profeta cuando el rey fue a verle.
18 Ocurrió, pues, lo que el profeta había anunciado al rey cuando le dijo que a la entrada de Samaria se comprarían siete litros de harina o quince litros de cebada por una sola moneda de plata.
19 El oficial había respondido al profeta que, aun si el Señor abriera ventanas en el cielo, no podría suceder tal cosa. Eliseo, por su parte, le había contestado que lo vería con sus propios ojos, pero no comería de ello.