7 Cuando yo saqué de Egipto a vuestros antepasados, les advertí solemnemente que me hicieran caso, y desde entonces hasta ahora se lo he seguido advirtiendo.
8 Pero no me escucharon ni me obedecieron, sino que tercamente se dejaron llevar por las malas inclinaciones de su corazón. No quisieron cumplir los términos que yo les había ordenado, y entonces hice que les vinieran los castigos anunciados en el pacto.’ ”
9 El Señor siguió diciéndome: “La gente de Judá y los habitantes de Jerusalén conspiran contra mí.
10 Han vuelto a los mismos pecados que antes cometieron sus antepasados, los cuales se negaron a obedecerme y se fueron tras otros dioses y los adoraron. Tanto Israel como Judá han violado el pacto que yo hice con sus antepasados.
11 Por lo tanto, voy a enviarles una calamidad de la que no podrán escapar. Por más que griten pidiéndome auxilio, no los escucharé. Yo, el Señor, lo afirmo.
12 Entonces, la gente de Judá y los habitantes de Jerusalén irán a pedir ayuda a los dioses a los que ofrecen incienso, pero ellos no podrán salvarlos cuando llegue la calamidad.
13 Judá tiene tantos dioses como ciudades, y los habitantes de Jerusalén han levantado tantos altares para ofrecer incienso a Baal como calles hay en la ciudad.