24 Y cuando la gente le vio, también cantó y alabó a su dios, diciendo:“Nuestro dios ha puesto en nuestras manosa Sansón, nuestro enemigo,que destruía nuestros camposy mataba a muchos de los nuestros.”
25 Tan contentos estaban, que pidieron que les llevaran a Sansón para divertirse con él. Lo sacaron, pues, de la cárcel y se divirtieron a costa suya, y lo pusieron de pie entre dos columnas.
26 Entonces Sansón dijo al muchacho que le llevaba de la mano:–Ponme donde pueda tocar las columnas que sostienen el templo. Quiero apoyarme en ellas.
27 Todos los jefes de los filisteos se hallaban en el templo, que estaba lleno de hombres y mujeres. Había, además, como tres mil personas en la parte de arriba, mirando cómo los otros se divertían con Sansón.
28 Entonces Sansón clamó al Señor, y le dijo: “Te ruego, Señor, que te acuerdes de mí tan solo una vez más, y que me des fuerzas para cobrarles a los filisteos mis dos ojos de una vez por todas.”
29 Luego buscó con las manos las dos columnas centrales, sobre las que descansaba todo el templo, y apoyando ambas manos en ellas
30 gritó:–¡Mueran conmigo los filisteos!Entonces empujó con toda su fuerza, y el templo se derrumbó sobre los jefes de los filisteos y sobre todos los que estaban allí. Fueron más los que mató Sansón al morir, que los que había matado en toda su vida.