1 Pedro 1 DHHED

Introducción (1.1-13)

Saludo

1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los que viven esparcidos fuera de su patria, en las provincias de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

2 a quienes Dios Padre había escogido anteriormente conforme a su propósito. Por medio del Espíritu os ha consagrado para que le obedezcáis y seáis purificados con la sangre de Jesucristo. Recibid abundancia de gracia y de paz.

Una esperanza viva

3 Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo por la resurrección de Jesucristo. Esto nos da una viva esperanza

4 y hará que recibáis la herencia que Dios os tiene guardada en el cielo, la cual no se puede destruir ni manchar ni marchitar.

5 Por la fe que tenéis en Dios, él os protege con su poder para que alcancéis la salvación que tiene preparada y que dará a conocer en los tiempos últimos.

6 Por esta razón estáis llenos de alegría, aun cuando sea necesario que durante un poco de tiempo paséis por muchas pruebas.

7 Porque vuestra fe es como el oro: su calidad debe ser probada por medio del fuego. La fe que resiste la prueba vale mucho más que el oro, el cual se puede destruir. De manera que vuestra fe, al ser así probada, merecerá aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo aparezca.

8-9 Vosotros amáis a Jesucristo aunque no le habéis visto. Ahora, creyendo en él sin haberle visto, os alegráis al haber alcanzado la salvación de vuestras almas, que es la meta de vuestra fe; y esa alegría vuestra es tan grande y gloriosa que no podéis expresarla con palabras.

10 Ya los profetas estudiaron e investigaron acerca de esta salvación, y hablaron de lo que Dios en su bondad os iba a dar.

11 El Espíritu de Cristo hacía saber de antemano a los profetas lo que Cristo había de sufrir y la gloria que vendría después; y ellos trataban de descubrir a qué persona y a qué tiempo se refería ese Espíritu que estaba en ellos.

12 Y Dios les hizo saber que lo que anunciaban no era para bien de ellos mismos, sino para vuestro bien. Ahora pues, esto os ha sido anunciado por los mismos que os predicaron el evangelio con el poder del Espíritu Santo enviado del cielo. ¡Estas son cosas que los propios ángeles quisieran contemplar!

13 Por eso, estad preparados y usad de vuestro buen juicio. Poned toda vuestra esperanza en lo que Dios, en su bondad, va a daros cuando Jesucristo aparezca.

1. La nueva vida en Cristo (1.14–2.10)

Llamados a una vida santa

14 Como hijos obedientes, no viváis conforme a los deseos que teníais antes de conocer a Dios.

15 Al contrario, vivid de una manera completamente santa, porque Dios, que os llamó, es santo;

16 pues la Escritura dice: “Sed santos, porque yo soy santo.”

17 Si llamáis “Padre” a Dios, que juzga a cada cual según sus hechos y sin hacer diferencia entre unas personas y otras, debéis mostrarle reverencia durante todo el tiempo que viváis en este mundo.

18 Pues Dios os ha rescatado de la vida sin sentido que heredasteis de vuestros antepasados; y sabéis muy bien que el costo de este rescate no se pagó con bienes corruptibles, como el oro o la plata,

19 sino con la sangre preciosa de Cristo, ofrecido en sacrificio como un cordero sin defecto ni mancha.

20 Cristo había sido destinado para esto desde antes de la creación del mundo, pero en estos tiempos últimos ha aparecido para vuestro bien.

21 Por medio de Cristo, vosotros creéis en Dios, el cual le resucitó y le glorificó; así, vuestra fe y vuestra esperanza están puestas en Dios.

22 Ahora, al obedecer al mensaje de la verdad, habéis purificado vuestras almas para amar sinceramente a los hermanos. Amaos, pues, unos a otros con corazón puro y con todas vuestras fuerzas,

23 pues habéis vuelto a nacer, y esta vez no de padres mortales, sino de la palabra de Dios, viva y permanente.

24 Porque la Escritura dice:“Todo hombre es como hierba,y su grandeza es como la flor de la hierba.La hierba se seca y la flor se cae,

25 pero la palabra del Señor permanece para siempre.”Esta palabra es el evangelio que se os ha anunciado.

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